The Marpel Team : Hace unos 15 años, trabajábamos para una empresa que, como muchas, tenía sus luces y sombras. Éramos un equipo comprometido, resolutivo, y con una filosofía clara: hacer lo correcto, aunque no siempre fuese lo fácil. Un día, nuestro mejor cliente —el “gran cliente”, ese que sostiene a cualquier empresa con su confianza— nos planteó un problema serio en sus instalaciones. Detectamos el fallo, redactamos un informe detallado y lo presentamos a la dirección. Pero, como suele pasar en algunos despachos, nos llegaron instrucciones tajantes y muy concretas de cómo debíamos actuar. La solución que proponían desde arriba no solo no resolvía el problema, sino que, en nuestra opinión, era injusta para el cliente. Era evidente que aquello iba a salir mal. ¿Qué hicimos? Planteamos otra forma de solucionar el problema. Una solución más justa. Más eficiente. La que, si fueras cliente, te gustaría que defendieran por ti. Pero, claro, en algunas empresas no se escucha a los que están en el barro. La respuesta fue clara: “Así No. Se hace como yo te diga .” Y así fue. Nos limitamos a ejecutar órdenes, como buenos empleados, sabiendo lo que venía. Y sí, pasó lo inevitable: todo salió mal. El cliente perdió la confianza en nosotros, la empresa perdió al cliente… y nosotros, además, perdimos el trabajo. Podríamos habernos quedado callados, habernos acomodado en la mediocridad, pero no lo hicimos. Porque preferimos dormir tranquilos sabiendo que defendimos lo que era justo. Hoy, las cosas son diferentes. Ya no trabajamos para alguien más. Ahora somos nosotros quienes decidimos cómo resolver los problemas. Y lo hacemos como aquel día quisimos hacerlo: con sentido común, honestidad y pensando en lo que es mejor para nuestros clientes. “………Hoy , aún buscados por su anterior jefe sobreviven como técnicos reparando puertas de garaje. Si tienes algún problema, si nadie más puede ayudarte y si puedes encontrarlos, tal vez puedas contratarlos……….. “( ya sabes quienes somos) Nos encanta que los planes salgan bien .